domingo, 29 de marzo de 2009

Migración

Internacional
La crisis pone fin a era migratoria
Migración cae con la economía. Hay menos perspectiva de empleo en los países ricos Políticas anti inmigración son cada vez más duras Disminuye un 30% el flujo de emigrantes del sur al norte
NUEVA YORK NEWSWEEK
Con escasas perspectivas de empleo hasta en los países más ricos y un marcado incremento de las políticas anti inmigración, los posibles emigrantes del Tercer Mundo han desechado sus planes de mudarse al norte, a las naciones industrializadas.
Expertos en migración estiman una caída del 30% en el número de nuevos emigrantes del sur hacia el norte en el corriente año. Quizás lo más significativo es que las olas de trabajadores extranjeros están comenzando a retornar a sus países de origen. Joseph Chamie, ex director de la División Población de Naciones Unidas, indica que varios países, entre los que aparecen España, República Checa, Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos, informan de flujos de salida de trabajadores extranjeros. "En poco tiempo podríamos ver un tsunami de migrantes que retornan a sus países", señala. ¿Cuántos? "Mi pálpito conservador: millones".
El cambio en las tendencias de la migración puede ser el símbolo más visible del final de una era: el libre flujo de bienes, servicios, dinero y personas que definieron la globalización e impulsaron un período extraordinario de crecimiento global desde fines de los años `70, se está cerrando. Los bancos restringen el crédito, el comercio se enlentece y la migración está bajo ataque. En efecto, en muchos lugares, el viaje de retorno ya comenzó. El Instituto de Investigación Económica y Social, de Gran Bretaña estima que 30.000 trabajadores, en su mayoría extranjeros, podrían abandonar la económicamente deprimida Irlanda en el primer trimestre del corriente año.
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Cientos de miles de trabajadores desocupados originarios de los países del ex bloque soviético también retornan a sus tierras, con poco más de lo que pueden poner en la valija. Si bien Malasia con frecuencia absorbe y expulsa trabajadores extranjeros, unos 200.000 indonesios fueron enviados de retorno en 2008, desde fábricas malayas que cerraron.
A medida que la economía global empeora, la tendencia tiene perspectiva de acelerarse. La Organización Internacional del Trabajo estima que la declinación económica destruirá 52 millones de empleos en todo el mundo, en el corriente año. La demanda se derrumbó en el sector energético, la manufactura liviana, la construcción y la salud, entre otros sectores que son imanes para trabajadores migrantes, tanto extranjeros como locales. El resultado: casi la mitad de los 13 millones de trabajadores extranjeros en los campos petroleros y servicios en los estados del Golfo Pérsico pueden ser despedidos pronto, obligándolos a irse.
En Japón, donde gigantes como Toyota tambalean, 10.000 de los 317.000 trabajadores brasileños temporarios que viven allí perdieron sus empleos en los últimos cuatro meses. Debido a que la vivienda habitualmente está ligada a contratos laborales, muchos se van. En los últimos meses, en Brasil, cientos de trabajadores que retornan desde Japón, se han dispersado cada semana, en el aeropuerto internacional de San Pablo. Otros trabajadores se quedaron sin hogar en grandes ciudades de Japón. "La gente duerme en iglesias y en los parques", dice Yoshico Mori, una religiosa de la Iglesia Católica que asiste a trabajadores brasileños en Japón. "Muchos más volverían a su país si tuvieran el dinero para pagar el pasaje".
Mientras, unos 20 millones de campesinos chinos, que se trasladaron masivamente a las ciudades para aprovechar la economía en auge, ahora están retornando al campo, debido a que las líneas de producción y los hornos de fundición de Shandong, Dongguan y Shangai, se paralizan.
Un fenómeno similar ocurre en India, a medida que las plantas industriales urbanas se cierran. Lo peor es que el alivio no está a la vista. "Esta es la peor crisis económica desde la Gran Depresión, y para los migrantes, probablemente, va a ser más perversa", dijo Demetrios Papademetriou, director del Instituto de Política Migratoria, un centro de estudios en Estados Unidos.
Muchos están contentos porque los inmigrantes vuelven a sus países. Una encuesta realizada en noviembre por la Fundación Marshall, institución germano-estadounidense, indicó que por lo menos el 80% de los encuestados en el Reino Unido, Francia, Italia, Alemania, Polonia y Holanda, quiere controles fronterizos más fuertes y por lo menos 73% reclama sanciones más severas por contratar inmigrantes ilegales.
La Joven Guardia, el ala juvenil del partido Rusia Unida que lidera Vladimir Putin, ahora se moviliza para la expulsión de trabajadores extranjeros "indeseados", y lo hace en nombre del gobierno, según dicen sus miembros. "No creemos que sea correcto alimentar a las economías extranjeras y enviar dinero al exterior al pagarle a trabajadores migrantes", declaró uno de los jefes de la Joven Guardia, Andrei Tatarinov.
República Checa entrega US$ 649 y un pasaje de avión de vuelta a todo inmigrante desempleado que esté de acuerdo con irse del país. España ofrece US$ 14.000 por persona a 100.000 extranjeros elegibles que estén dispuestos a abandonar el país por un mínimo de tres años. Sólo unos 1.400 se han anotado, aunque debido a que uno de cada seis de los 5.2 millones de inmigrantes en España está sin empleo, se espera que 20.000 acepten la oferta en el corriente año.
IMPACTO. Si continúan estas tendencias, los expertos en demografía consideran que podrían acelerar el final de uno de los capítulos más dramáticos de la historia de la migración global. Debido a que la economía global levantó vuelo en las últimas cuatro décadas, los más trabajadores entre los pobres buscaron liberarse de lo que los académicos llaman la trampa de la pobreza, y comenzaron a soñar con una vida en una tierra extranjera.
Al mismo tiempo, crecieron las poblaciones en las economías en vías de desarrollo y "la ola de bebés se convirtió en una ola de adultos jóvenes, que son los más receptivos a los incentivos para emigrar", sostuvo el economista de la Universidad de Harvard, Jeffrey Williamson. Impulsados por los avances tecnológicos que facilitaron la tarea de hallar empleos en lugares lejanos y enviar dinero a sus países de origen, decenas de millones viajaron por mar o cruzaron montañas y desiertos, más que duplicando el número de migrantes desde 1975. Esto es lo que Papademetriou llama "una de las eras más espectaculares de la migración humana en tiempos de paz".
La mayoría de las naciones industrializadas le dio la bienvenida, y al final de los años `90, el 3% de la población mundial estaba compuesto de migrantes y se mantuvo alrededor de esa tasa durante la última década. Pero ahora, pese al crecimiento de la población global (si bien a una tasa más lenta que en el pasado), el porcentaje de migrantes está declinando.
La creciente urbanización y el número de mujeres en el mercado laboral ayudaron a reducir las tasas de fertilidad en el Tercer Mundo, aliviando la olla de presión demográfica que envió a millones al exterior. Mejores condiciones en los mercados emergentes persuadieron a más personas a permanecer en sus países.
En la actualidad, el hecho de que se haya agudizado la caída económica en las naciones más ricas, se ha convertido en factor decisivo para que muchas personas optaran por sobrellevar la recesión en sus países. Por ejemplo, entre 2000 y 2006, un millón de mexicanos cruzaron cada año a Estados Unidos. Pero, con la reducción del mercado laboral de Estados Unidos, y la proyección de crecimiento de México de casi 1% este año, los expertos pronostican que la tasa de mexicanos que se dirigirá al norte en 2009 será 39% más baja.
De manera similar, a medida que cientos de miles de indios retornan sin empleo de los estados del Golfo Pérsico afectados por la crisis, muy pocos en su país estarán ansiosos por ocupar sus lugares.
IMPULSO. Los países ricos también serán afectados por el cambio de las tendencias migratorias. Las tasas de natalidad declinantes en las naciones más ricas significarán que habrá carencia de trabajadores en los próximos años. Históricamente, los migrantes han estado dispuestos a hacer los trabajos que los locales rechazan, muchas veces a salarios más bajos.
Los economistas dicen que los inmigrantes tipo gastan el 80% de lo que ganan en comida, ropa y vivienda (el resto lo envían a sus países), por lo que ayudan a levantar la disminuida demanda de los consumidores. Lo más importante es que habitualmente son los últimos en ser contratados y los primeros en ser despedidos cuando la economía declina. "La gente se olvida que los migrantes muchas veces amortiguan el golpe de una crisis", dice Williamson, de la Universidad de Harvard.
En efecto, un período de retroceso económico puede ser el momento equivocado para que los países ricos se atrincheren. Poner barreras a los migrantes priva a los países de un recurso potencialmente revitalizador, al reducir la fuente laboral. Debido a que los trabajadores extranjeros muchas veces tienen alta movilidad, pueden dar el empujón a economías estancadas al irse con más facilidad que los trabajadores locales y mudarse a regiones donde hay escasez de mano de obra.
De cualquier manera, los expertos en población advierten que es demasiado pronto para estimar la intensidad del retroceso del trabajo global. Por cierto, nadie pronostica que los 13 millones de mexicanos que construyeron sus vidas en Estados Unidos, de pronto, se apresurarán a volver a su país a través del Río Grande.
Al reducirse las oportunidades en los países ricos, muchos migrantes del mundo pobre pueden estar dispuestos a probar suerte en el vecino mercado emergente, lo que constituye un motivo por el cual la migración en el ámbito del mundo en vías de desarrollo casi equivale a los flujos de sur a norte. Pero, la caída económica global claramente ha clavado los frenos a los flujos migratorios a través de las fronteras y la era de masiva migración global está llegando paulatinamente a su fin.
Varios países golpeados por la baja de remesas
Las consecuencias de la tendencia de los inmigrantes de quedarse o volver a los países de origen probablemente sean severas para el mundo en vías de desarrollo. Gran parte de lo que los migrantes ganan en el exterior es enviado como remeses a sus países, constituyendo una crucial fuente de dinero en efectivo para las familias y una importante ayuda a las economías de esas naciones.
Durante la última década, las remesas han crecido de 73.000 millones de dólares a un récord de 283.000 millones -está cifra se registró en 2008; en septiembre comenzó la crisis-, superando el volumen de la ayuda exterior a muchas de las naciones más pobres.
Las remesas ahora representan el 45% de la economía de Tayikistán, el 38% de la de Moldavia y el 25% de la de Honduras.
¿Pero, qué ocurre cuando el flujo de dinero se termina? El Ministro de Economía de Kirguistán advirtió en fecha reciente que un desplome de las remesas podría empujar al país hacia el colapso financiero.
México también se prepara para las repercusiones de una caída de las remesas. Los 23.000 millones de dólares que recibió de los emigrantes el año pasado representaron la segunda mayor fuente de moneda extranjera, superada tan solo por el petróleo, y fue clave para financiar uno de cada cinco nuevos negocios. newsweek
El País Digital

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